Hablaré cada noche con la luna
para contarle que sobre arenas movedizas
habrá un lugar en que esparcirán las cenizas
que la ruleta rusa otorgó a mi fortuna.
Aun protegido de las voces chirriantes del sublevado
por un escudo químicamente casi perfecto,
por ser víctima cruel de ese cabrón insurrecto,
jamás me sentiré, ni vencedor, ni afortunado.
Ahogado por el empacho de melosos sinsabores,
mi futuro moldeado entre veladas de insomnio
es ladrillo con el que edificará ese demonio
el jardín donde reposaré perfumado por tus flores.
Tu mirada regará lo que seré eternamente:
la sombra donde hallar un refugio sereno,
el sendero que te alejará del veneno,
y la estatua de sal que te mira de frente.